A veces me veo ante esta pagina en blanco con tantas cosas que quieren escribirse y no se por donde empezar, tal vez empezar por describir el dolor no sea muy buena idea, pero es lo que siento, dolor e impotencia por no poder hacer nada, solo abrazar a la gente que quiero y por primera vez en mucho tiempo llorar, llorar como un niño, por un niño que vio truncados sus sueños de llegar a mas por la mano fatídica de la muerte en un destino que estaba sellado y del cual nos quisimos hacer la vista gorda.
Pero de la muerte no se escapa nadie por mas que te alejes por mas que la ciencia este adelantada, cuando esta te señala es inevitable que más tarde o más temprano te lleve a su lado.
Pero que lo haga con alguien que solo tiene veintiún años me parece muy cruel, con alguien que lucho hasta su ultimo día por vivir, me parece injusto, las razones, dirían los médicos, naturales, es natural que alguien que tiene cinco años luchando con un cáncer de cerebro inevitablemente se muera, si, es natural, pero es tremendamente injusto.
Vengo de llorar al amigo, al pana, al primo, al chamo valiente que nunca entendió porque a él, al hombre que se hizo hombre demasiado temprano en una madurez precoz para entender que la fatalidad había tocado a su puerta y que tenia que luchar contra ella con todas sus fuerzas y las fuerzas de quienes estaban a su alrededor, que no bastaron, las operaciónes, que no bastaron las noches de hospitales, que no basto largarse del país buscando nuevas tecnologías, nada basto, ni la medula de su padre en un sacrificio agónico de dar la vida por la de su hijo.
No bastaron no, las cartas, los momentos de estar juntos aunque lejos, de –primo pronto nos veremos- de, -tío guárdame el cupo en la universidad porque cuando me dejen irme a casa retomo mis estudios, no me quiero graduar de ingeniero viejo, nadie me va a dar trabajo después.
No bastaron las lagrimas ante las recaídas, ni las alegrías ante tus triunfos contra la enfermedad, las maneras de acercarte, de estar contigo, de una legión de jóvenes, amigos, hermana, primos, que rezaban día y noche por tu recuperación, no es justo vale, no es justo Dios, se que todos estamos destinados a morir pero, todo debe tener su momento.
Ya te habías ido, tenias un año añorándonos y nosotros rezando por ti, entiendo que la gente se diga para si, ya debían hacerse una idea, ya no le daban esperanzas, pero no, hasta tu ultimo respiro estaban las esperanzas, que conocieras a los nuevos miembros de la familia, que bautizaras a tu ahijado, que no hicieras llorar a tanta gente que te quiere con tu partida.
Te fuiste primo, con tu abuelo Pedro, con tu abuelita Jesús, que se fue un mes antes que tu para allanarte el camino, nos dejas dolor, nos dejas vacío, nos dejas felicidad de haber compartido veintiún años de amistad y compañerismo, nos dejas las ganas de abrazarte y decirte que te queremos, nos dejas tantas cosas que queríamos hacer contigo, nos dejas solos, primo.
Una vez leí, que uno a veces es egoísta cuando tiene a alguien quien quiere y esta muriendo y uno no quiere que muera, no porque el se marche, que al hacerlo ya habrá evolucionado a un mundo mejor, si no por la soledad que nos deja, por nosotros mismos, porque no sabremos enfrentar el vacío, porque nos duele nuestro dolor y creo que tenían razón, tu estas en un mundo mejor y nosotros estamos aquí, sintiéndonos solos sin ti y extrañándote mucho, recordando cada juego, cada palabra, cada momento que vivimos juntos para así, tenerte un poco mas con nosotros.
Te quiero primo!
Te fuiste primo!
Te lloro primo!
Tu Primo, Tu hermano
Darío.